Cómo correr cuesta abajo, sin maltratar tus rodillas.

Correr Cuesta Abajo Correr Cuesta Abajo

Puedes ser un aficionado a las carreras de montaña, ser maratonista o simplemente correr por diversión.  El hecho es que en algún momento nos toca correr en terrenos con desnivel.  Al correr cuesta arriba necesitamos esforzarnos más, sin embargo, aunque correr cuesta abajo debería ser una experiencia placentera, debemos cuidarnos debido al fuerte impacto al que podemos llegar a someter a nuestras extremidades en especial nuestras rodillas. Correr cuesta abajo puede llegar a ser muy duro para tu cuerpo. Pero si se corre correctamente, las rodillas y la espalda no tienen porque sufrir, a continuación te dejamos algunos consejos de cómo correr cuesta abajo, sin maltratar tus rodillas.

 

Inclina la cadera hacia delante.

Hay que evitar la tentación de inclinarse hacia atrás cuando bajamos y concentrarse en mantener todo el cuerpo perpendicular al suelo. Inclinese hacia delante desde las caderas, y no los hombros. A medida que aumenta la velocidad, mueve el centro de gravedad hacia adelante contigo, no es suficiente y los pies está deslizando por debajo suyo, demasiado y te encuentras en tu cara.

 

Cuida tu pisada.

Vigila tus apoyos, trata de aterrizar con todo el pie e intenta que permanezca poco tiempo en contacto con el terreno. Adapta el ángulo de la planta del pie al desnivel.  Si consideramos que el pie tiene tres puntos de apoyo, lo ideal es que al bajar lo apoyemos de forma nivelada. Si se apoya demasiado de talón, las tibias sufrirán tratando de frenar el avance y podrán provocar calambres en las piernas. Si por contrario se aterriza demasiado con la parte delantera, serán los gemelos y soleos los que tendrán más trabajo y a su vez, habrá una mayor presión en las rodillas.

 

Involucra tus brazos.

Utiliza los brazos para mantener el equilibrio. Cuanta más velocidad, más necesario será su balanceo. Cuando se corre cuesta abajo, no es necesario mover los brazos de adelante hacia atrás para conseguir más empuje como lo hacemos en terrenos planos o subiendo cuestas. Lo que se recomienda es agitar los brazos hacia los lados para mantener el equilibrio.

 

Matener la vista hacia abajo de la colina
Tu campo visual debe ser el camino, no tus pies.  Cuando nos fijamos en los zapatos, induce la flexión del cuello hacia adelante y, de hecho facilita los músculos flexores, que “apaga” los músculos extensores de la cadera (glúteos, los isquiotibiales, músculos de la espalda) – las que ayudan a mantenerlo en posición vertical y neutral en aumento el riesgo de caer hacia adelante.
La clave para practicar nuestra técnica de descenso es buscar, en un principio, una cuesta que no sea tan pronunciada, hasta lograr coger el ritmo preciso que te sirva para aumentar tu velocidad sin riesgos a tus rodillas y tobillos.

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